El término “genocidio” fue acuñado por Raphael Lemkin (1944) para calificar las atrocidades cometidas por el régimen nazi contra millones de judíos y gitanos. Sin embargo, el fenómeno no era nuevo. La intención de destruir pueblos enteros existió en las guerras de conquista de la antigüedad, en las guerras de religión medievales o en las guerras de ocupación colonial del siglo XVI. Cabe citar como ejemplo la persecución a los armenios por Turquía en la I Guerra Mundial. Sin embargo, ninguno de aquellos actos conllevaron responsabilidades individuales.

El juicio de Nüremberg contra los dirigentes nazis al término de la II Guerra Mundial supuso un hito en la toma de conciencia de que existen delitos que por su naturaleza particular exigen responsabilidad. Aunque en el Estatuto del Tribunal Militar de Nüremberg no aparece el término “genocidio” como tal, el contenido de la idea (exterminio, asesinato, deportación, etc. por razones políticas, raciales o religiosas) sí quedó recogido en otro concepto contemplado, el de  crimen contra la humanidad.

No fue hasta un poco después cuando se dio un tratamiento jurídico internacional autónomo a ciertas prácticas especialmente alevosas, como el genocidio, el apartheid y las desapariciones forzosas. En el seno de las Naciones Unidas, la Asamblea General en 1946 adoptó por unanimidad la Resolución 96 en la que se pedía al Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC) que preparara un borrador de Convención sobre el crimen de genocidio. Después de varios borradores, la Convención se adoptó por unanimidad y sin abstenciones, el 9 de diciembre de 1948, el mismo año en que se aprobó la declaración universal de los derechos humanos, y entró en vigor el 12 de enero de 1951. La Convención para la prevención y el castigo del crimen de genocidio pretendía evitar que se repitieran los hechos como el exterminio de seis millones de judíos durante la II Guerra Mundial. Una gran mayoría de los Estados de la comunidad internacional han ratificado la Convención, a pesar de lo cual en la segunda mitad del siglo XX se ha asistido a nuevos genocidios en países como Camboya, Ruanda y Yugoslavia.

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