La nutrición es un término amplio para designar los procesos mediante los cuales el cuerpo humano absorbe, digiere y asimila los alimentos para su crecimiento y desarrollo, la reproducción, la actividad física y el mantenimiento de la salud.

El término “malnutrición” incluye técnicamente la desnutrición y la sobrealimentación. La desnutrición cubre una serie de estados, que incluyen la malnutrición aguda, la malnutrición crónica y las carencias de micronutrientes.

La malnutrición aguda se caracteriza por una emaciación (delgadez) y/o un edema nutricional, mientras que la malnutrición crónica es un retraso del crecimiento (baja estatura). El retraso del crecimiento y la emaciación son dos formas de una falta de crecimiento.

La desnutrición aguda es un problema de salud pública prioritario, una emergencia devastadora de dimensiones epidémicas. En el mundo, 55 millones de niños menores de cinco años sufren desnutrición aguda global y 19 millones de niños padecen desnutrición aguda severa, el estadio más grave de esta enfermedad.

La desnutrición aguda infantil afecta a todos los ámbitos: a la mortalidad, a la educación de toda una generación, a la productividad de un país. Es uno de los principales mecanismos de transmisión intergeneracional de la pobreza y la desigualdad. Estas consecuencias devastadoras tienen además un coste económico muy elevado: se estima que las pérdidas de productividad superan el 10% de los ingresos que una persona obtendría a lo largo de su vida, y debido a la desnutrición se puede llegar a perder hasta el 3% del Producto Interior Bruto de un país.

La vulnerabilidad del lactante y del niño pequeño implica que preocuparse de su nutrición es una tarea prioritaria. La prevención de la desnutrición es tan importante como el tratamiento de la malnutrición aguda. Las respuestas en el ámbito de la seguridad alimentaria pueden ser determinantes para la nutrición y la salud a corto plazo, así como para su supervivencia y su bienestar a largo plazo.

Las mujeres a menudo desempeñan un papel más preponderante en la planificación y preparación de los alimentos para sus familias. Tras un desastre, las estrategias de subsistencia de un hogar pueden modificarse. Es esencial reconocer los distintos papeles en la nutrición de una familia con objeto de mejorar la seguridad alimentaria en el hogar. Es importante también comprender las necesidades nutricionales únicas de las mujeres embarazadas y lactantes, los niños pequeños, las personas de edad y las personas con discapacidad para elaborar respuestas adecuadas en el ámbito de la alimentación.

Ir a ¿Qué dice el Proyecto Esfera? La seguridad alimentaria y nutricional en situaciones de emergencia

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