El arroz es uno de los alimentos básicos más importantes en Haití, con un consumo per capita sobre los 80 kilogramos por año.
En la década de 1980, Haití producía el 80 % del arroz que consumía, pero en 1995 el Gobierno permitió que el arroz estadounidense invadiera el mercado. Estados Unidos subvenciona todavía hoy a sus productores de arroz con unos 1.300 millones de dólares al año, lo que permite que estos exporten sus excedentes a un precio inferior al coste de producción.
Los cultivadores haitianos no pudieron competir con un producto que se vendía por debajo del precio de coste, abandonaron sus tierras y Haití pasó a importar el 80% del arroz, la mayor parte de Estados Unidos. Además, siendo uno de los países más pobres del mundo, fue obligado a reducir sus aranceles por la presión del FMI.
Para paliar esta situación, los programas de desarrollo en el país apoyan desde hace años a miles de campesinos haitianos que se han organizado para comprar semillas, abonos y herramientas, renovar infraestructuras agrícolas que estaban obsoletas después de años de abandono y aprender nuevas técnicas agrícolas con el fin de producir arroz de calidad a un precio competitivo que les permita mantener a sus familias.
Sin embargo, el terremoto del 12 de enero tuvo graves consecuencias para la economía de los agricultores haitianos. El énfasis de la comunidad internacional en donar alimentos en lugar de estimular la economía nacional basada en la agricultura provocó que muchos agricultores haitianos vieran reducidos sus ingresos y creando una sociedad dependiente de la asistencia alimentaria. La gran mayoría de esta asistencia consistió en la distribución de arroz importado, lo que provocó la disminución del precio del arroz producido domésticamente, amenazando con repetir la historia destructiva del arroz importado en Haití.
Cerca de tres horas al norte de Puerto Príncipe se encuentra el Valle de Artibonito, el centro de producción de arroz de Haití. La temporada posterior al terremoto, el agricultor Carlos Surfoad tuvo que almacenar el arroz en lugar de venderlo. La ayuda alimentaria de las actividades de socorro del terremoto produjo un exceso de oferta que empujó a la baja los precios.
«La ayuda alimentaria no es buena para nosotros», dice. «Como agricultor, soy uno de los primeros afectados. No se puede enviar eso a un país donde eso es lo que cultivan.» Si vende ahora, él dice que va a perder dinero.
Surfoad dice que si él no puede vender su arroz, no tendrá dinero para comprar semillas para la próxima temporada. Y porque la demanda de unos 50 vecinos con semillas, la próxima temporada se verá afectado también.
La comida es una de las necesidades más urgentes en una crisis humanitaria. Pero, estos casos muestran que cuando los donantes traen comida, aquellos que se ganan la vida cultivando y vendiendo alimentos pueden sufrir.
Impacto de la ayuda alimentaria
Es imprescindible ser conscientes del impacto que la ayuda alimentaria puede provocar en los mercados locales provocando la bajada de los precios. En el caso de Haití, esto sucedió por el hecho de recibir productos que competían directamente con la producción nacional. Es por este motivo por lo que ante un caso de ayuda alimentaria es importante indagar primero sobre la posibilidad de ayudar a los necesitados y a los agricultores al mismo tiempo, comprando los alimentos para la ayuda humanitaria a nivel local en lugar de importarlos.
Se trata de aplicar las buenas prácticas de la ayuda alimentaria que hemos visto previamente.
Debate con tus compañeros
¿Qué otros ejemplos de buenas prácticas se os ocurren que son importantes a la hora de planificar la ayuda alimentaria ante un desastre?
¿Cómo pensáis que se podría gestionar la promoción de la actividad económica local frente a las donaciones internacionales?